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El color de las fiestas populares, los mercados, la artesanía, las frutas y la comida son temas recurrentes en la obra de Juanita Pérez-Adelman, quien radica en México desde 1987. Ha creado una obra particular en la que los temas figurativos son tratados desde una mirada abstracta.

Sus pinturas tienen la riqueza cromática propia de México y Colombia: los rojos, los amarillos y los verdes conviven en la armonía de lo alegre y lo popular. Su obra es un homenaje al textil indígena, sea colombiano, ecuatoriano, chiapaneco o navajo.

Pérez-Adelman parece no conocer las fronteras en el arte latinoamericano, le impactan igual los templos de Machu Pichu que la pintura de Rufino Tamayo o el mole poblano.

Reconoce en sus cuadros la fuente abstracta del arte hispanoamericano, revive en sus telas la sensación del mercado popular: los olores, los gritos, la explosión del color, el brillo de las joyas en las mujeres, la basura, los sabores…Su obra se centra en lo local dentro de un mundo globalizado, en las diferencias específicas de cada sitio, pero también en el pasado común que el continente entero comparte.